Esta frase no es de Sonia, pero ella me la enseñó. Es de esas personas que es capaz de quitarte cualquier pena sólo con su presencia. Para mí, siempre será una de sus múltiples enseñanzas, infinítamente más joven que yo, me enseña cosas cada día, tan banales como pintarme los labios y tan fundamentales como que aprender a vivir el momento es esencial para tu equilibrio.
Hace tiempo leí en "la vanguardia" un texto de Angeles Caso del que hago un resumen:
"Será porque tres de mis más queridos amigos se han enfrentado inesperadamente estas Navidades a enfermedades gravísimas.
O porque, por suerte para mí, mi compañero es un hombre que no posee nada material pero tiene el corazón y la cabeza más sanos que he conocido y cada día aprendo de él algo valioso.
O tal vez porque, a estas alturas de mi existencia, he vivido ya las suficientes horas buenas y horas malas como para empezar a colocar las cosas en su sitio.
Será, quizá, porque algún bendito ángel de la sabiduría ha pasado por aquí cerca y ha dejado llegar una bocanada de su aliento hasta mí. El caso es que tengo la sensación –al menos la sensación– de que empiezo a entender un poco de qué va esto llamado vida.
Casi nada de lo que creemos que es importante me lo parece. Ni el éxito, ni el poder, ni el dinero, más allá de lo imprescindible para vivir con dignidad. Paso de las coronas de laureles y de los halagos sucios. Igual que paso del fango de la envidia, de la maledicencia y el juicio ajeno. Aparto a los quejumbrosos y malhumorados, a los egoístas y ambiciosos que aspiran a reposar en tumbas llenas de honores y cuentas bancarias, sobre las que nadie derramará una sola lágrima en la que quepa una partícula minúscula de pena verdadera.
A los que te aplauden cuando eres reina y te abandonan cuando te salen pústulas. A los que creen que sólo es importante tener y exhibir en lugar de sentir, pensar y ser.
Y ahora, ahora, en este momento de mi vida, no quiero casi nada. Tan sólo la ternura de mi amor y la gloriosa compañía de mis amigos. Unas cuantas carcajadas y unas palabras de cariño antes de irme a la cama. Un par de árboles al otro lado de los cristales y un pedazo de cielo al que se asomen la luz y la noche. El mejor verso del mundo y la más hermosa de las músicas. Por lo demás, podría comer patatas cocidas y dormir en el suelo mientras mi conciencia esté tranquila.
También quiero, eso sí, mantener la libertad y el espíritu crítico por los que pago con gusto todo el precio que haya que pagar. Quiero toda la serenidad para sobrellevar el dolor y toda la alegría para disfrutar de lo bueno. Un instante de belleza a diario. Echar desesperadamente de menos a los que tengan que irse porque tuve la suerte de haberlos tenido a mi lado. No estar jamás de vuelta de nada. Seguir llorando cada vez que algo lo merezca, pero no quejarme de ninguna tontería. No convertirme nunca, nunca, en una mujer amargada, pase lo que pase. Y que el día en que me toque esfumarme, un puñadito de personas piensen que valió la pena que yo anduviera un rato por aquí. Sólo quiero eso. Casi nada. O todo. "
Estoy totalmente de acuerdo con la autora. Eso sí, me gustaría comentar un par de cosas,
1- Si me volviera algún día una mujer amargada, hacérmelo saber. En tal caso os necesitaría con urgencia, haced el favor de poneos manos a la obra.
2- Yo sólo pido, como ella, que cuando mi paseo por este camino (tan tortuoso como intenso, tan apabullante como difícil, tan maravilloso como incomprensible) llegue a su fin, haya un puñado de gente que piense que haberme conocido, aunque haya sido sólo un poquito, ha merecido la pena.
Pues como dice Sonia, merece la pena quien te la quita.
Ahhh! Un pequeño matiz al escrito de la periodista, yo prefiero torreznillos a papas cocidas.
Por lo demás 100% de acuerdo.
FELIZ FINDE!! Personalmente, estoy segura de que voy a vivir algún que otro momento infinito de los que guardaré para siempre en este fin de semana. Os deseo lo mismo!! Aprovechad cada instante de los buenos. Paraos un poco y disfrutadlo. Saboreadlo.!! que no se os escape!!