Toda mi vida quise, no sé por qué, tener un hijo de ojos grandes. Quizás porque desde muy niña he escuchado aquello de “ vaya ojos tienes” y eso me hacía sentir muy especial.
Y quería tener un varón, tampoco sé muy bien por qué, puede
que sea porque desde siempre admiré la devoción que se tenían mi madre y mi
hermano (era el único varón de sus 4 hijos) . No lo sé. Pero tenía claro que
quería tener un hijo de preciosos ojos grandes. Y como dice Serrat, a veces la
vida es benévola y va y se para un rato a tomar un buen café contigo.
Esta vez así pasó y llegó Manel a mi vida. Sin duda, mi mejor maestro. Junto a él he
conseguido lo que para mí son auténticas proezas como llegar a la cima del
Moncayo o subir a lo alto del arco de Piedrafita de Jaca en el Pirineo..
Desde allí arriba todo es espectacular y los dos nos damos la mano sintiéndonos muy pequeñitos y haciendo una gran reverencia a Sadh Gurú. (nuestros pequeños rituales)
El aporta calma a mi tempestad. Estoicismo a mi intensidad y mucho sentido del humor a mi últimamente instalada tristeza.
Así que va y tiene mis ojos, pero los suyos aún más grandes y con más brillo. Te pone cara "muína"en las fotos mientras por lo bajini te hace un comentario que te hace descojonar.
Es mi gran maestro, creo ingenuamente, que le enseño algo y va y me hace una crítica de "Ciudadano Kane" que me deja muerta. Esta semana tenemos programado vernos “Doce en el patíbulo”. Con él he vuelto a ver “Tiburón” a los 50 años de su estreno. Mi primera película en el cine de niña, la vuelvo a disfrutar ahora con mi hijo de coespectador, en la gran pantalla. Toda una experiencia, cincuenta largos y a la vez tan cortos, años después, qué cosas. En plena pandemia nos vimos la saga de El padrino, y recuerdo verlo disfrutar en cada fotograma.
Por no hablar de su pasión, los dichosos dinosaurios. En esta casa se sabe más de estos bichos que en todo Dinópolis.
Estoy orgullosa de su constancia, de su saber estar, de su
gran educación y sobre todo de lo gran persona que es.
De cómo me enseña a esperar, dada mi impaciencia. De su habilidad para calmar mis nervios con uno solo de sus habituales y espontáneos abrazos que me enriquecen el alma.
Y de cómo ,a pesar de su timidez, fue capaz de ponerse a bailar junto a
mí en medio de un bar en Faro (Portugal) este verano, como si nadie nos mirara
para terminar abrazándonos muertos de la risa.
Me enseña canciones que nunca había escuchado de Bob Marley
o de Extremoduro. Juntos vimos a Loquillo y a una banda que era-os lo aseguro-
lo más parecido que hay en este mundo a los Dire Straits.
Es la hostia esto de que sea mi hijo.
Vaya café tan bueno que se ha tomado esta vez la vida
conmigo.
Y de repente cumple 19 años. Ya no es tan niño y sin embargo le queda todo por aprender. Bueno todo no. Ya sabe que John Ford es el mejor director de cine por los siglos de lo siglos. Y que ser buena persona es lo más importante. Lo demás vendrá, con esfuerzo, trabajo y mucho pero mucho sentido del humor.
Gracias hijo por enseñarme la cara más bonita de la vida. Si
te hubiera diseñado a conciencia no me habrías salido tan bonito.
Te quiero más que a nada, -a ti y a la tata-.
FELIZ CUMPLEAÑOS, QUE LA VIDA SE TOME UNOS CUANTOS CAFÉS DE ESTOS TAN RICOS CONTIGO.