martes, 29 de diciembre de 2020

Nochevieja 2020

 "Aunque nadie puede volver atrás y hacer un nuevo comienzo, cualquiera puede comenzar a partir de ahora y hacer un nuevo final"


Parece ser que llega el momento como mandan los cánones, de hacer balance. Resulta que en realidad es para lo que sirve esto de contar las 12 uvas, o al menos es mi impresión. Poner alegres expectativas y proyectos en comenzar de nuevo. Hacernos creer que todo tiene un fin y un comienzo y que toca ilusionarse. Aunque realmente, y esto suene un poco duro, todo siga igual el día 1 que el día 31. Pero bueno, toca recapitular. Y cuando llega este momento, es como si una se sintiera un poco culpable porque después de que ha sido un año tan absolutamente nefasto a nivel general, a nivel personal no lo ha sido tanto. Desde luego , he tenido años bastante peores en lo que se refiere a lo personal.

Por supuesto empezar el año perdiendo a tu padre es una de las cosas peores que pueden pasarte, pero este dolor tan intenso y brutal que supuso su marcha incluso se mitigó un poco, "muy poco " cuando apareció la pandemia y te enseñó  de bruces a valorar  cada segundo de lo que pudiste pasar con él, de poder decirle cuánto le querías, poder despedirte, compartir con él alguno de sus últimos momentos. Estuvimos allí turnándonos como supimos, unos más lejos, otros más cerca, pero todos allí. Y hacíamos lo que podíamos y como podíamos, nos organizamos con nuestra mejor voluntad, la de todos que era la de poder estar a su lado. Y resulta que pocas semanas después muchas personas, demasiadas, no pudieron ser tan afortunadas. Lo lamento profundamente, pues considero que efectivamente esos últimos días fueron fundamentales para mí, y que todo el mundo debiera tener derecho a ello. Y siento que amigos y conocidos no tuvieran esa oportunidad, incluso lo lamento por todas aquellas personas  aún sin conocerlas, que no pudieron hacerlo con sus seres tan queridos. Soy capaz de empatizar con todos ellos.

Hace hoy justo un año que besé a mi gran padre por ultima vez. Mis hijos y yo estuvimos bromeando con él. Siempre tenía un momento para el humor. Le dije que se viniera a Soria conmigo, que condujera él que estaba ya harta de tantos kms de conductora y que quería ser por fin copiloto. Se echó a reír. Le dimos abrazos y besos, tenía muy buen aspecto, le dije que volvería después de Reyes, pero ya no fue posible. Si, hace hoy justo un año.

Por otro lado, como decía al principio a nivel personal, yo que no soy de bares ni de salir por la noche, que hayan cerrado las discotecas, la verdad , para mi el 2020  en esto en concreto, ha sido igual que el 2019, bueno en realidad que los últimos veinte años en los que no he pisado ni una sola.

Pude viajar, desde luego no tanto como me hubiera gustado, no pudimos irnos a una ciudad europea que era nuestra ilusión, pero bueno, fuimos al Norte y vimos unos acantilados espectaculares y mi hija me hizo la mejor foto del año y resulta que si se consiguió fue gracias a que mi hijo me acompañó. Y ese momento fue maravilloso.


O cuando en el Sur vimos una gran luna llena asomar por la playa y lo pasamos increíblemente. Yo  como una niña sorprendida que nunca había visto una luna meterse en el mar, pues sigo teniendo intacta mi capacidad de sorpresa.

Además este año me llevaron a Peñalcazar que me fascinó, paseé bajo el influjo de la luna llena por las calles empedradas de Medinaceli, disfruté de dos noches mágicas que fueron absolutamente insustituibles y que seguramente no vuelvan a repetirse, esto solo a modo de ejemplo a destacar.

Así que este año 2020, que ha traído una pandemia brutal y que es verdad que ha sido duro, terrible, absolutamente anómalo, oscuro y confuso, intento darlo la vuelta y ver los momentos positivos que también los ha habido. Desde luego no se me ocurriría pasar el confinamiento mejor de lo que lo he pasado,  porque estuve con mis niños y  disfrutamos un montón. Todo fue armonía y satisfacción en esas semanas, tuvieron una madre que cocinaba, para variar y pudieron disfrutar de mí sin prisas y yo de ellos y ellos entre sí, cosa que habitualmente no pasa , pues están siempre enfrascados cada uno en sus líos y sus historias. Así que ese confinamiento para mí fue , podría decir hasta enriquecedor, en calma, en tiempo compartido con los mios. Paseamos mucho por los alrededores de la urbanización. A veces con un limite asfixiante más en lo psicológico que en lo real, pues somos unos auténticos afortunados viviendo en un entorno natural y precioso. Al final del mismo ya comenzábamos un poco a enloquecer analizando las normas que eran confusas y muchas veces contradictorias, así que cuando por fin llegó la pequeña libertad de poder moverse por la provincia, no paramos. Subimos hasta la laguna de Cebollera y vimos castillos, torres y lugares encantadores que ni siquiera conocíamos como Moñux o Monteagudo de las Vicarias (la guerra que di hasta conocerlo). Volvimos a Urbión a ver el chorrillo insignificante ese cómo nace el Duero. Y bueno, no era Noruega pero lo pasamos muy bien. Es la realidad, ha habido muchos momentos extraordinarios este año. Alguno incluso sublime.

Eso no quita que lamente profundamente y de corazón que tantas y tantas personas perdieran a sus seres queridos como yo pero ellos ni siquiera pudieran despedirse. 

O tantos y tantos que se han quedado sin trabajo o que tienen mucho miedo a perderlo. 

Así que brindemos por un año nuevo en  el que no vuelva a pasar nada de todo esto, pues llega también el momento de los buenos deseos. 

Ojalá se os cumplan todos y cada uno de ellos este próximo año.

Con mis mejores deseos. 

¡FELIZ AÑO NUEVO!

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