"SENDEROS QUE TOCAN EL CIELO”
“El espectáculo, en su conjunto, es de una belleza acongojante"
La isla bonita, vaya si es bonita!!! Para los que la conocéis no tengo nada que explicaros , para los que no, os diré que es una mezcla paisajística de otras islas canarias y sin embargo es extraordinariamente única. El Parque Natural de la Caldera de Taburiente es todo un espectáculo de grandeza impresionante, la laurisilva es una especie de isla tropical infinita en millones de tonos verdes, sus playas negras con esa mar tan tremendamente turquesa, así como sus piscinas naturales del Charco Azul y La Fajana, son conjuntos cromáticos de mis azules favoritos que regalan calma y paz al visitante. Por no hablar de Santa Cruz de la Palma, pasear por sus calles te envuelve en ambiente habanero, sus casas indianas y sus balcones, y la carabela al final, te hacen sentir en otro país, en otro mundo.
Desde su playa se ve el Teide en los días claros.
No he visto todo, ni mucho menos. Me hubiera quedado mucho más. Recomendados por una de mis personas favoritas, fuimos al Puerto de Punta Gorda, pensando que era un puerto para barcos, nos medio desesperamos bajando por una carretera infernal. En realidad era un puerto de los de montaña que te llevaba al mar y la sorpresa fue mayúscula al descubrir el maravilloso espectáculo que una vez más nos sorprendía, al llegar abajo. Yo que soy mujer de acantilados, creo que ha sido uno de los más inquietantes y fascinantes que vi nunca.
Claro que después el hecho de tener que subir los 460 escalones que había bajado, me recordó que acababa de cumplir 53 añitos y que estoy viejita.
También he disfrutado de uno de los atardeceres más enigmáticos de mi vida en la zona de los volcanes de San Antonio y Teneguía. Así como de unos fabulosos amaneceres en los Cancajos, que guardaré como un tesoro siempre en mi alma.
Cuando organizamos el viaje, nadie nos hubiera podido predecir catástrofe de tal magnitud. Aún así decidimos ir por varios motivos, no nos dejamos llevar por el miedo y sí por la capacidad de observación, por las ganas de conocer esta isla cuya belleza se me había descrito, pero que te sorprende y supera cualquier expectativa.
Comentarios del tipo de "cómo se te ocurre ir allí, con lo que están sufriendo los pobres" no me influyeron en absoluto.
Hablamos con un par de palmeros. Una chica propietaria de un taller de coches, afectada personalmente nos contó con todo lujo de detalles por lo que estaba pasando, y sobra decir que el drama que están sufriendo es totalmente desproporcionado y absolutamente injusto. Cómo lo es la vida , a veces a gran escala, siempre en más ocasiones de las que nadie quisiera. Y cómo decía mi padre, al que toca, toca.
Lamento profundamente por lo que están pasando. Gentes sencillas que cuidan sus plantaciones de plátanos al lado del mar, en algunos casos sobre fajanas de volcanes anteriores.
Cuando estás frente al monstruo que ruge y escupe toneladas de lava sin cesar, te sientes muy muy pequeña. La tierra te recuerda que no eres nada. Que el ser humano tan poderoso, resolutivo, imaginativo, no es nada, Y que absolutamente nada se puede hacer ante la furia de la naturaleza.
Ánimo y fuerza a todos los palmeros. Mucha paciencia y que no pierdan ese espíritu de reconstrucción.
Yo, desde luego, si la vida me da otra oportunidad volveré. Me he quedado por ver muchos parajes y quiero enseñar a mis hijos lo que se siente cuando subes al Roque de los Muchachos y ves un mar de nubes, otras islas, las montañas de la Caldera y un cielo único casi tan bonito como el de mi Madrigal
Como escuché el otro día de un sabio " Un paisaje es un lugar y su imagen. Las dos cosas, la imagen puede ser cultural. Puede ser de muy diversos tipos, una imagen científica. Por allí pasa un río, por allí puede haber una meseta, allí hay una ermita románica que remite al hombre y a la historia. Hay naturaleza y hay historia pero hay también percepción. El paisaje es pedagogo. El paisaje es maestro, es el verdadero maestro. Y es también un enseñar a saber ver, a saber mirar. Eso se aprende, igual que por ejemplo se aprende a oír música. Es una cosa que se puede enseñar y se puede aprender. Entonces hay que saber enseñar a mirar. Hay una trastienda que no solo es la praxis sino que habita en el hombre de una forma absolutamente natural, que es el acercamiento al paisaje y a la naturaleza con el espíritu."
Gracias por decirme que yo sé enseñar a mirar. Si fuera cierto que lo hago, no dudéis que lo hago aprendiendo.
En el mirador de la iglesia de Tajuya había una vista muy reveladora. De un lado se divisaba un atardecer, una preciosa puesta de sol, de esas naranjas con la mar en calma. Te enganchaba mirar cómo se iba poniendo el sol en esas aguas que parecían un espejo de luz. Y al otro lado, apenas sin girar la cabeza, el humo incesante, la lava incandescente y ese rugir que tardaré tiempo en quitarme de mi cabeza. La vida es un eterno contraste.
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