jueves, 6 de febrero de 2020

A mi padre, que es imprescindible.

Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy buenos. Pero los hay que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles" Bertolt  Brecht


Naciste el día del amor de hace  ya 89 años, qué fecha tan bonita para nacer. Qué curioso, tú que eras de todo menos cursi (imagino que aquello de la cursilería debió saltarse una generación y me quedé yo con todo el lote, de toda la familia). 
Cursi desde luego no has sido. Pero sí un hombre de AMOR. Amor por su mujer, por sus hijos. Por su pueblo, que decía siempre que es el más bonito del mundo,  amor a lo grande. 
Nadie olvidaba a Nasi en San Valentín. 
Ha pasado poco más de un mes de tu marcha y al acercarse tu cumpleaños, quería hacer como hice con mi madre,  un pequeño homenaje, que de nada sirve, salvo como intento de consuelo. Y que se queda sólo en eso, en el simple intento.
Homenaje a ti que eres grande. Eres, en presente,  tu grandeza aún se palpa. Me bloqueo a la hora de escribir sobre ti, porque no quiero que parezca que te alabo ahora que no estás.
Recuerdo algún comentario de un amigo al que hablé mucho de ti hace ya algún tiempo, que me dijo que es normal que no encontrara yo a nadie a la altura, teniendo una imagen tan idealizada de mi padre. Y ya le aclaré que yo no idealizaba a mi padre. Que mi padre es así. 
Cuando más de un año después de aquella conversación, te has ido, solo puedo decirte que al comprobar que la gente que te conocía bien, te describía del mismo modo que yo lo hice con mi amigo, es obvio que no te idealizaba.
Cuando nos quedábamos a solas en alguna de las pocas oportunidades que se dieron al final, aproveché para decirte cosas que nunca me hubiera atrevido a decirte en otras circunstancias, pues lo que más has infundido es respeto. RESPETO en mayúsculas. Y aproveché esos momentos de tu teórica debilidad, para decirte cuánto te queríamos, y sobre todo lo agradecidos y orgullosos que nos sentíamos de ti.  Yo me tomé la libertad de hablar por mis hermanos, cómo si ellos no hubieran sentido lo mismo mil veces.
Hablaba en plural todo el rato, así me daba menos pudor. “Te queremos, te admiramos, te necesitamos, nos sentimos tan orgullosos… “y  tú, me mirabas con esos ojos verdes tan impresionantes que no envejecieron nunca y asentías, decías muy sutilmente, ya, hija ya…. Lo sé.
Y claro que lo sabías, eres el hombre más sabio que he conocido. Más inteligente. Honesto. Valiente. Integro. Fuerte. Justo. Independiente. Leal. Noble.  
Has sido un ejemplo desde que tengo mis primeros recuerdos allá  en el cordel cuando tocaba la paliza de " cambiar la lluvia de lao a lao” o  algún domingo de invierno contándonos cuentos a Pili y a mí, hasta tus últimos días por aquí.
Años duros los últimos que batallaste con la grandeza que te caracterizaba. Una se siente tan llena de agradecimiento que es lo único que hace algo llevadera tu ausencia. El sentirme tan afortunada por haber podido tener la oportunidad de aprender algo de ti. Que yo sea torpe y a veces me cueste es ya sólo cosa mía.
Nos quedamos con la infinidad de recuerdos valiosos que nos aportaste. 
Es muy difícil seguir sin ti, aunque nos diste mil y un recursos.  La vida ha perdido color verde, ese tan especial de tus ojos. Yo me siento terriblemente sola ahora. Pero cuando se tiene un padre como el mío, la fuerza que se adquiere,  te hace salir de cualquier agujero por profundo que parezca. 


Quiero homenajear también a mis hermanos a quienes agradezco inmensamente quienes son y cómo son. De  mi hermano hablé ya brevemente y solo puedo decir que” GRACIAS infinitas” son las palabras más coreadas por nosotras, sus hermanas, en los últimos 5 años, y que se las hemos dicho mil veces, nada que refleje la inmensa gratitud que sentimos hacia él. Quien no podría ser mejor heredero en grandeza, de su padre. Yo, particularmente le debo aún más. Algún día en persona se lo diré, cuando me atreva….
Respecto a mi hermana mayor, sólo diré que en generosidad ha heredado a Tea y eso es mucha, pero que mucha generosidad. Y que ahora es mi refugio. Mi querida hermana mayor.  Mi ejemplo como madre. Mi amiga.
Y respecto a mi hermana menor, que ella  tiene los ojos más parecidos a mi padre. Que es lista, alegre y viva como él y que de ella tengo mucho que aprender. Crecimos juntas y tenemos una conexión que solo nosotras entendemos.
Gracias a todos y cada uno de ellos porque el dolor se mitiga en sus brazos. 
Que mis padres hayan creado una familia así, es prueba del gran trabajo que hicieron. 
Y lo mejor de todo esto es que sigue, sigue, y sigue. Tengo  unos sobrinos dignos sucesores de la casta. Ahí es nada. Así que esto sigue y espero que yo sea capaz de sembrar en  mis hijos también la semilla de estos valores que hoy me hacen sentir tan plena. 
GRACIAS padre, donde quiera que estés.  







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