Es curiosa la mente. A veces nos hacemos películas que nada tienen que ver con la realidad. Si pudiéramos vender a peso las presunciones equivocadas que solo dan lugar a malentendidos con el otro y sobre todo con nosotros mismos, algunos seríamos de oro. Está claro que quienes tienen bien trabajada su autoestima no adolecen de esta carencia tan cabrona.
La inseguridad es una faena en todo caso. Y lo único que puede salvarte, es la comunicación.Hablar las cosas. Preguntar si tienes duda. Expresarte , si quieres que el otro te explique.
Recuerdo por ejemplo, en una charla con un amigo divorciado, quien tenía custodia compartida de su hijo con la madre, cómo él se quejaba de que su hijo no compartía nada cuando estaba en su casa.Ni sus problemas en el instituto, ni sus miedos, ni siquiera el comentar la jornada en la cena. "Mi hijo no me cuenta nada", se quejaba.
Entonces, yo que sabía que el padre era muy cerrado, me atreví ( cosa que da la confianza) a preguntar si él le contaba algo a su hijo, si era capaz de comentarle las jugadas más Interesantes del día. Por supuesto, me dijo que no. Prueba, le sugerí, prueba a contarle tus cosas, a compartir tus dudas también.
Después de pocas semanas, predicando el padre con el ejemplo, la comunicación mejoró bastante bidireccionalmente.
No puedes esperar recibir del otro lo que tú no eres capaz de dar.
Mi hijo se parece a mí en personalidad. A veces mucho más de lo que yo quisiera. Es tremendamente introvertido, cómo yo lo era a su edad. Y recuerdo con 6 años, al entrar yo por la puerta, preguntarme nada más verme, ¿mamá qué tal hoy en el trabajo? Me encantaba esa pregunta, porque significaba que en pocos minutos me iba a contar él toda su jornada y ansiaba hacerlo. Y todo porque compartía con ellos casi todas mis inseguridades ( todas iban a ser muchas)y también mis certezas.
La comunicación nos salva de los prejuicios, de las dudas, de los malentendidos. A veces es muy difícil comunicarse con el otro. Los móviles no son herramientas que precisamente ,fomenten las charlas familiares. Todo lo contrario. Algo que se supone sirve precisamente para comunicar, está creando barreras de silencios insalvables. Generacionales entre otras. Mis hijos utilizan a veces un lenguaje que no entiendo en absoluto. Como para comunicarse así.
Retomando el comienzo, a veces hablar con el otro no es fácil. También tenemos que saber escuchar. Otro don cada vez más difícil de encontrar. Conozco a un par de personas que sólo hablan de " su libro" que no digo que no sea interesante, pero que no escuchan a nadie más que a sí mismos. Y así también se hace muy difícil comunicar. Emisor, receptor, mensaje. ¿Os acordáis de estudiarlo con una flechita que iba del uno al otro? Pues sí, todos lo hemos estudiado, pero cómo casi todo en la vida, la práctica es bastante más complicada que la teoría.
En mi entrada de hoy quiero hacer apología de la comunicación, tan increíblemente necesaria en todos los niveles de la vida. En el laboral, ni qué decir tiene, un equipo que se sabe comunicar va a triunfar frente a otro que siendo más talentoso no sepa hacerlo. En el personal es absolutamente imprescindible. Padres e hijos, hermanos entre sí y por supuesto a nivel de pareja y amigos. Cuántos casos de malentendidos desorbitados se pudieran haber podido evitar simplemente con una charla a tiempo. Entiendo que para hablar hay que ser valiente. A veces tienes que desnudarte ante el otro entregando tu vulnerabilidad. Y eso es bastante jodido según sea el receptor. La confianza es prioritaria,por supuesto. ¿Pero cómo vas a ganarte esa confianza sin comunicación? Es la pescadilla que se muerde la cola.
Hablemos por favor, escuchemonos por favor. No presupongamos que es uno de los errores más ingratos que puede haber sobretodo con nosotros mismos. Seamos más valientes. Merece la pena.
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