martes, 12 de agosto de 2025

LOS DESAYUNOS DE JAVI Y VICEN. LA FELICIDAD A VECES ES EL MEJOR DESAYUNO DEL MUNDO.

Cosas que te hacen feliz:


 A mí me hace feliz cosas como por ejemplo ver un atardecer en el mar en compañía (la compañía elegida).  Me hace feliz un abrazo sorpresa, de esos que le salen espontáneos a mi hijo, me hace feliz el amor de mi pareja, (que no sé cómo me aguanta) Me hace muy muy muy feliz, la sonrisa increíble de mi hija… y me hacen tremendamente feliz:

LOS DESAYUNOS DE JAVI Y VICEN


Hay lugares que no se olvidan, no sólo por su paisaje (las vistas al Moncayo son preciosas o incluso a la luna llena de agosto allí se ve de otra manera), ni siquiera por sus muros (la casa es HOGAR absolutamente), sino por lo que provocan dentro de una.



Cada año, cuando el calendario se acerca a estas fechas, mi corazón empieza a vibrar con una emoción tranquila y conocida: la que me lleva de vuelta a la casa rural de mis amigos, Javi y Vicen. La casa rural Valmayor, el sitio de mi recreo. Es lo más parecido a volver a casa que tengo ahora mismo.

Una vez al año, personas muy distintas nos encontramos allí. No nos une un origen común ni una historia compartida, pero sí algo mucho más importante: el cariño sincero, el respeto mutuo y una alegría sencilla que se contagia. Este año, como siempre, la casa se llenó de risas, abrazos, historias y esa calidez que solo puede ofrecer la buena gente.

Este verano, sin embargo, fue distinto. Mi hijo, que me había acompañado cada año desde niño, no pudo venir. Tiene 18 ya, trabajaba estos días, va creciendo... y aunque me alegran sus pasos, lo extrañé profundamente. No tenerlo allí fue un recordatorio suave y nostálgico de cómo pasa el tiempo. Pero también, de cuánto ha dado este lugar a nuestras vidas.

Pero allí estaba la familia valiente de Nacho, valencianos maravillosos todos ellos, que han pasado por momentos muy duros y que sin embargo llegaron con sonrisas, abrazos y una generosidad desbordante. No hace falta contar su historia para que se entienda el ejemplo que son. Solo puedo decir que su presencia fue un regalo. Su agradecimiento reconfortante y su sonrisa contagiosa. La dulzura de su niña un obsequio que me llevaré por mucho tiempo. Gracias Luz por tu narración y por transmitir tu amor por los mayores. Por tu perro, y sobre todo porque siendo tan delicada seas tan tremendamente fuerte a tus 15 preciosos años. No olvidaré la charla contigo en la piscina. Estoy segura de que vas a ser una mujer impresionante.

También compartimos charlas y silencios con un matrimonio admirable, que pronto celebrará su 50 aniversario, viajeros infatigables, Manolo y Juani ( o ya para mí, Manoli) eligen Trévago cada verano, quizás porque conocen mucho mundo y saben qué es lo que verdaderamente merece la pena. Este año no pueden ir a Australia como tenían previsto. La vida a veces interrumpe tus planes, pero lo realmente importante es que eligen de nuevo la piscina de Vicen y ahí están enamorados y juntos después de tantos y tantos inviernos. Ellos sí que saben donde pasar el verano. Ellos sí que saben valorar lo bueno de la vida.

Un hombre aragonés, que entiende de ruedas nos enseñó sobre Toyotas y tecnología, y aunque a muchos se nos escapaban los detalles técnicos, su entusiasmo y el de su familia, nos hizo sonreír a todos. De hecho, no faltaron carcajadas aquella noche, de esas que hacen que te duela la tripa.

Pero la más grande de todos es la madre de Javi, una señora de las de antes, pero con carné de conducir, porque la vida le enseñó a ser moderna, una MADRE en mayúsculas. Un ejemplo de discreción, cariño, comprensión y fuerza envuelta en optimismo. Sus ojos claros y su sonrisa no envejecen. Son tan jóvenes como el amor que da solo con estar. Transmite sabiduría y perseverancia y sólo hay que ver a Javi, para constatar aquello que de tal palo tal astilla. Gracias Marisa por tu amor. No tengo a mi madre y abrazarte a ti me recuerda un poco a ella. Gracias por ser un gran ejemplo de superación.

 

Era noche de perseidas. No vimos ninguna estrella fugaz, pero sí pedimos deseos, con el alma abierta y la esperanza intacta. Esa noche fue, como siempre, una reunión de almas buenas que eligen encontrarse.

Y qué decir de los desayunos de Javi y Vicen. No son desayunos, son celebraciones. Pan recién tostado, aceite dorado, café aromático, bizcochos caseros de moras recogidas por Vicen, o de chocolate con naranja, masa de pan frito que me trae a mi madre de nuevo, mermelada casera exquisita, mantequilla soriana y el silencio compartido del primer bocado. Javi, con su sensibilidad a flor de piel, pone el alma en cada plato.  Vicen, con su humor socarrón, hace que cualquier conversación se convierta en carcajada. Entre los dos, han creado un espacio donde uno se siente querido, cuidado, en casa. Por eso todos queremos volver.

Algunos aprenden incluso el origen de Isabel La Católica (ya te vale, Nachete. Tendrás que hacer una parada en mi Madrigal de las Altas Torres entre tanto Bruselas, París y demás ciudades, seguro, seguro que ya no se te olvida). Con todo mi cariño, eres un ejemplo de juventud admirable, de esa que disfruta triunfando, aún hay esperanza.

Volver a esa casa cada verano es volver a lo esencial. A los valores que realmente importan. A la comida que alimenta el cuerpo y a las conversaciones que alimentan el alma. A las lágrimas que no duelen y las risas que curan. A recoger oxígeno que no te llena los pulmones, sino de ese que te da vitalidad para el invierno.

Gracias a todos por esas casi 24 horas, por acompañar, por compartir, por regresar. Como dice mi chico, la casa Valmayor es una escuela de vida. Como cada año, me he reído, he llorado, he leído, me he bañado, he comido, he leído, y aunque hayan sido pocas horas ha sido tan edificante como para querer volver siempre al sitio de mi recreo.

Gracias, Javi y Vicen, por abrirnos las puertas, los brazos y el corazón. Por vuestros desayunos, por vuestras risas, por hacer de esa casa rural mucho más que una casa: un refugio donde la vida se celebra, incluso cuando duele. Por ser escuela para la menos aventajada de vuestras alumnas.

Sí, me fui borracha y no por los licores tan buenos que trajeron de Badajoz, sino por la compañía y el agradecimiento tan aplastante que se respira. Gracias a todos por esas horas tan bonitas, Ya siento Vicen ser tan cursi, ya siento aburrirte con mis borracheras emocionales, pero hoy me he ido incluso más embriagada que otras veces, aunque faltó el paseo a la ermita con mi hijo,  he salido absolutamente plena de vuestra casa, y os agradezco una vez más vuestros abrazos y que después de 20 años sigáis estando ahí para ayudarme a salir a veces de mis ahogos para convertirlos en absolutas carcajadas.

Nos vemos el próximo año. Como siempre, aunque nunca sea lo mismo. Siempre sois volver a casa. Espero veros bajo las estrellas el próximo verano.


💫

 


2 comentarios:

  1. Muchas gracias Goyi por poner palabras a lo que sentimos tod@s en Valmayor. Palabras llenas de verdad, de emoción y vida. Tienes una mirada muy bonita y generosa. Esperamos seguir compartiendo más raticos en Trevago cada verano. Un abrazo de la familia valenciana.

    ResponderEliminar